Marearnos o no marearnos, esa el la pregunta...

>> domingo, 7 de junio de 2009

Uno de los más grandes problemas del pensamiento racional contemporáneo es su linearidad. Esto se debe, evidentemente, al “error” newtoniano de habernos legado la familiar idea de ver al universo y a todos sus componentes como una enorme maquinaria donde millones de engranes giran “coordinadamente” en una sola dirección generando cadenas de “actio-reactio” (acción-reacción) lógicamente predecibles y en un tiempo perfectamente lineal.

Este enfoque, sin embargo, adolece de varios detalles que no nos permiten resolver muchas de las cosas que suceden, sobre todo, en el plano social de la realidad humana, aunque, incluso los científicos de las llamadas ciencias exactas se están encontrando rápidamente con las limitaciones de este enfoque y fueron ellos los primeros en tratar de resolverlos.

El primero y más grave de esto problemas es la incapacidad del modelo de incorporar procesos dinámicos. Es decir de ver que la realidad está todo el tiempo en movimiento y que incluso espacialmente nada se puede suscitar en exactamente el mismo espacio. Para aclarar metafóricamente este problema es como si describiéramos la realidad en base a fotografías que retratan un instante. Pero resulta que cuando estamos queriendo hacer algo, la foto que tomamos ya cambió. El universo, o mejor dicho, nuestra ubicación espacio-temporal en el mismo ya no es la misma. No hemos aprendido a ver al universo como película. Seguimos enfocados en una de las 24 fotografías que se suceden en la ilusión que vemos como movimiento. No somos capaces de ver el instante presente con todo su dinamismo.

En las ciencias sociales esto es la razón fundamental de querer ver todo lo que sucede como el resultado de un proceso histórico. Seguimos viendo las fotografías que tomaron los “hacedores de la historia” del pasado y asumimos que esas fotografías describen fehacientemente nuestra realidad presente. En las ciencias sociales “teorizar” e “historizar” son conceptos casi equivalentes y todos los que estudiamos esas ciencias alguna vez a nivel universitario estamos familiarizados con este enfoque. Cuando algo sucede buscamos las “fotos históricas”, los antecedentes, para explicar lo que está sucediendo. Seleccionamos media docena de teorías, algunas de ellas tan o más viejas que Maquiavelo y voilá, encontramos la neta del planeta. Asumimos el comportamiento humano como una constante. Perpetuamos su incapacidad de adaptarse al momento presente y pensamos que siempre recurrimos a los mismos esquemas para resolver las cosas. Y peor aún estamos firmemente convencidos que efectivamente esa es la única forma de resolver.

Esto se debe, esencialmente a nuestro concepto lineal del tiempo que se deriva de una concepción exageradamente geométrica del espacio-tiempo.

Lo ilustro nuevamente con un ejemplo:

Todos estamos familiarizados con el clásico esquema del movimiento de la Tierra alrededor del Sol que encontramos en todos los libros de geografía, astronomía, y otros similares.

Pero este esquema tiene un pequeño problema. Solo funciona para el centro absoluto de la Tierra donde todo el movimiento rotatorio de nuestro planeta queda anulado. Para cualquier otra parte de la Tierra, la órbita alrededor del Sol no puede ser lineal. Es una espiral compuesta de los 365.2418 círculos que describe la Tierra al girar sobre su eje. Otro pequeño problema de este esquema es que tampoco no refleja el desplazamiento del Sol en el espacio. Está ubicado inamoviblemente en el centro de nuestra órbita terrestre, pero lo cierto es que el Sol también se desplaza alrededor del centro de nuestra galaxia, y la galaxia se desplaza alrededor de las otras galaxias de nuestro grupo y este grupo se desplaza alrededor de otro grupo y así sucesivamente. Nada, absolutamente nada, está en el mismo lugar en el espacio de un instante a otro, sin importar que tan breve queramos definir ese instante. En el espacio-tiempo ningún lugar es ocupado dos veces. La Tierra no regresa a la misma posición de un medio día al siguiente, ni de un solsticio de verano al siguiente, ni de un comienzo de siglo al siguiente, etc. Cada instante tiene un lugar único en el espacio-tiempo.

Claro que todo esto marea. Por eso hemos optado por recurrir a las fotografías instantáneas y hemos descartado la posibilidad conceptual de vivir montados sobre el caballo de un tiovivo. Pero con esta opción conceptual hemos caído en un extremo estático que ha rigidizado todo lo que hacemos y este es el origen mismo de la gran mayoría de los problemas que actualmente afectan a la humanidad. Queremos perpetuar la rigidez aspirando a repetir los momentos pasados. Esa es nuestra noción del orden. Una noción que va en contra de cualquier ley natural. Recurriendo nuevamente a la metáfora, es como si la cámara que usamos para tomar nuestras instantáneas de la realidad estuviera equipada con uno de esas telefotos gigantescas que solemos ver en los equipos de los fotógrafos deportivos capaces de retratar solamente el balón en el momento del disparo, descartando completamente a los jugadores, al estadio, a la afición, etc. Cualquiera se puede dar cuenta que ver solo el balón, fuera de cualquier contexto, es un sinsentido. Y sin embargo hemos optado justamente por ese sinsentido no solo para ver, sino incluso, para vivir nuestra realidad. Nuestro concepto orden es ese balón fuera de todo contexto.

Curiosamente hemos asociado el dinamismo intrínseco del universo con el concepto del caos. Al mismo tiempo hemos hecho del caos lo peor y más satánico que existe. Conceptualmente el caos es el mal y el orden es el bien. Sobra decir que en este sentido padecemos una especie de ceguera colectiva que nos impide acceder a un potencial de posibilidades donde nada es imposible. Mientras no seamos capaces de incorporar el dinamismo intrínseco en el universo a nuestra esfera racional conceptual, estamos condenados al fracaso como especie.

La gran pregunta es cómo podemos salir de este atolladero… Cómo montarnos en ese caballo del tiovivo sin terminar absolutamente mareados.

Una de las respuestas posibles es combinar algunas enseñanzas místicas muy antiguas, la geometría sagrada, el calendario maya y el I Ching, con algunas enseñanzas muy nuevas, la física hiperdimensional, las matemáticas del caos, los fractales y la teoría sistémica. Así que espero no marearme ni marear a mis lectores…

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